Titane la nueva película de Julia Ducornau que para sorpresa
de muchos se llevó el máxmo premio del Festival de Cannes, a pesar de ser un
film con aspiraciones disruptivas narrativamente hablando pero con serios ecos
al cine futurista de principios del siglo XX, al cine de Cronenberg. Ridley
Scott y de Soderberg de los 80s.
Yo la catalogaría como un thriller Neo futurista si se
permite tal adjetivo, si juntas en una canasta Alien, Sex Lies and Video tape,
Crash desde una perspectiva femenina del siglo XXi algo interesante puede salir
y eso es lo que hizo Ducornau muy probablemente como forma de inspiración de
una historia realmente impactante.
Por supuesto que va mucho más allá de una simple inspiración
en esos filmes pues se construye con esa pasión por la máquina, por el metal y
las fantasías oníricas del progreso, del falso progreso de la era industrial y
sus muy específicos infiernos.
Es una obra de arte contemporáneo y post moderna que rompe
con los relatos tradicionales del bien Vs el mal, de lo femenino Vs lo
masculino y de lo bello Vs lo feo, salpicada de momentos que se acercan más a
un performance audiovisual que a una historia de narrativa clásica.
A pesar de ese intento performancero está inscrita en los
tres actos de planteamiento, desarrollo y conclusión pero de una forma muy
inesperada en sus puntos de inflexión entre actos, lo que lleva al espectador a
una fascinación confusa y sorpresiva por los giros que en ningún momento
anticipas y dilucidas de antemano.
La historia trata sobre Alexia (Agathe Rouselle) una mujer
que de niña tuvo un accidente automovilístico en el que fue sujeta de un tratamiento
médico que le dejó de por vida un implante metálico pegado al cráneo lo que sin
duda afecta el desarrollo de su psicología personal y la hace entender de
formas muy distintas las interpretaciones sobre la belleza, la sexualidad y la
felicidad.
A partir de lo cual comienzan a sucederle una serie de
eventos traumáticos que mezclan lo onírico con la realidad y que quedan a
elección del espectador el elegir de qué lado colocarlos.
Huyendo de su infierno familiar y personal Alexia conoce a
Vincent (Vincent Lindon) el jefe un equipo
de bomberos que hace más de 10 años perdió a su único hijo y que a la fecha
sigue desaparecido. Alexia conoce esta historia de manera fortuita y se hace
pasar por el hijo perdido de Vincent para escapar de lo que la viene
persiguiendo, y este la acepta como tal sin dudarlo, lo que los lleva a tener
una relación codependiente para curar mutuamente sus necesidades personales.
El plano surrealista de la historia nunca deja de participar
como una pared del escenario y flota constantemente como elemento inseparable
del plano de eventos aparentemente normales que le suceden a la protagonista
que se muestra claramente perturbada y rota por su agresivo pasado.
Se hace complicado establecer una forma de tradicional de hablar de esta película cuando se basa más en el recorrido que significa experimentar sus muchos giros y puntos de inflexión inesperados que van moviendo de un lado al otro al espectador y no nos dejan anticipar el siguiente movimiento del guión sino más bien dejándonos llevar por esos súbitos rompe tuercas.
Sin duda es una película que dividió opiniones entre las
academias de Cannes donde ganó el máximo premio y la de Hollywood donde ni
siquiera fue nominada, pero desde mi perspectiva debe ser recordada como uno de
los ejercicios más interesantes del año y que funcionará como trampolín de la
carrera de Ducornau en la que estaremos a la expectativa de su siguiente
trabajo.
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