Alcarrás es el segundo largometraje de la directora catalana
Carla Simón (“Verano 1993”, de 2017), película que se alzó con el Oso de Oro
en el Festival de Cine de Berlín 2022 y se presentó en el Festival de Cine de
Morelia 2022 como parte de sus Estrenos Internacionales en México donde tuve
oportunidad de verla.
Carla Simone utiliza la potencia de lo local, su sabor, su apego y su intimidad para hablar de las profundas crisis globales que buscan homogeneizar y aplanar los comportamientos de las sociedades modernas.
La historia cuenta la vida de una familia en el campo
catalán que se dedica a sembrar diferentes tipos de frutos, manzanas, higos,
duraznos, en una producción muy pequeña y lo que cosechan lo venden en lo que
se parece bastante a una especie de central de abasto como la de la Ciudad de
México.
Pero lo que producen es bastante poco y cada vez alcanza
menos para el sustento del hogar y a la par, el padre (Jordi Pujol) se ve
acechado por una empresa trasnacional de energía eléctrica que se dedica a la
instalación de paneles solares que los coloca en terrenos rurales que se
encuentran al lado de la propiedad de su familia provocando que los recursos
para la plantación comiencen a escasear.
Carla Simón nos presenta las relaciones familiares en este núcleo
rural de una forma muy verosímil usando actores no profesionales, con planos
pausados que corren sin prisa como la vida en el campo y con esa proximidad en
la convivencia cotidiana, propias tanto de la tradición como de la pobreza, en
la que por ejemplo se comparte el área del baño con varios miembros de la
familia al mismo tiempo y no solo por la cercanía de su relación sino también por
el apego obligado del hacinamiento.
Por otro lado la directora española expone un conjunto de
fiestas, bailes y disfraces tradicionales y “modernos” que se utilizan como en
muchos pueblos de México para festejar al Santo de una comunidad o del
aniversario de un pueblo como tal, detalles poco usados en el cine español más
reciente que prefiere construir más desde una perspectiva globalista y urbana,
aquí es lo contrario es una visión localista y rural que se defiende de ese
embate homogeneizador.
Un aspecto interesante de este film es que resulta muy familiar
a la realidad latinoamericana en la que el campo ya no da suficiente riqueza
para mantener a la familia viviendo en ese medio y las generaciones jóvenes herederos
de esa tradición rural no solo ven complicado el vivir como sus padres y
abuelos, sino que no tienen intención de hacerlo por que pertenecen a un grupo con intereses más globales de todo
tipo, en la música, el baile y la vestimenta.
Esta película muestra esa disyuntiva entre el cultivo de la
tradición y la “deforestación” postmoderna de paneles solares.
Por supuesto Simón utiliza recursos del Neo realismo, desde
los actores no profesionales, la iluminación natural, la elección de puestas en
escena pulcras y aparentemente sencillas, pero sobre todo esa aproximación
íntima a las complejidades y los pequeños infiernos de lo cotidiano y lo
familiar para hablar y criticar desde lo local a un problema global como es la
dislocación del campo y su forma de vida tradicional para rendirse en favor de
las necesidades dela vida urbana con su tecnología “limpia” que arrasa el campo.
Nácxit L.S
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