Paul Thomas Anderson nos trae su nuevo proyecto
cinematográfico Licorice Pizza una comedia romántica adolecente que claramente
no había sido parte del espectro fílmico del director de There Will Be Blood
una de las joyas que ha visto este siglo en sus primeras dos décadas.
La anécdota central de esta entrega habla sobre la historia
de un joven adolescente de 15 años Gary, interpretado por Cooper Hoffman que se
muestra como un tipo muy hábil para diversos aspectos en el campo de las
ventas, el marketing y la actuación, desde el inicio conoce a Alana (Alana Heim)
diez años mayor que él y que se
encuentra en un momento poco consistente de su vida. Juntos recorrerán un
camino, el camino de encontrar el amor por primera vez.
Licorice Pizza es una anécdota muy sencilla, de esos filmes
para sentirse relajados y a gusto acudiendo al cine que resulta muy disfrutable
la gran mayoría del tiempo, Paul Thomas nos muestra nuevamente que tiene un
gran oficio como director, moviendo la cámara y haciendo bellos planos, una
interesante dirección de actores y buen casting, sus defectos están en otro
lado y de ello les hablaré más adelante.
De los grandes directores como lo es Paul Thomas Anderson se
espera grandes obras, él ha llegado a un nivel en el que cualquier cosa que
haga será tomado en cuenta y será observado con gran atención entre el público
y la crítica, pero por lo mismo se encuentra acomodado en un sector que no es
fácil de convencer por que no se trata de un improvisado y por ello todas sus
elecciones serán vigiladas de manera minuciosa lo cual representa un arma de
doble filo para autores como él.
En este sentido me parece que se trata de una obra menor de
este gran autor refiriéndome en
específico a la elección de la anécdota e inclusive del género que es la
comedia romántica porque dentro de su propio universo fílmico no aporta algo
que supere sus anteriores entregas y mucho menos sus obras maestras como “Petróleo
sangriento” y “Magnolia”, sobre todo en cuanto a la elección de una anécdota
profundamente intrascendente que en ciertos momentos resulta incluso aburrida
para los que son seguidores de las comedias románticas, imagínense cuanto más
para los más exigentes de sus espectadores que fueron a ver su película con la expectativa
de que la Academia de Hollywood la había nominado a Mejor Película, gran decepción
desde mi punto de vista.
No se trata por supuesto de una mala película si uno la juzga en el universo
de la comedia romántica porque es fácil colocarse a la cabeza en ese sector,
pero cuando se trata de un autor de este prestigio se le debe exigir mejores
elecciones, más ambiciosas que busquen incluso colocarse en algún sentido
dentro de lugares de vanguardia y que representen mejor el momento que vivimos
actualmente en la historia, pero claro como todo artista es libre de hacer el
cine que le dé la gana así como los espectadores somos libres de decirle al
señor Anderson que en esta ocasión su película no nos ha gustado.
Ahora bien, ¿por qué la Academia del Oscar la coloca entre
las mejores películas del año? Es una buena pregunta, la atribuyo justamente al
prestigio y al gran oficio con el que el gran Paul T.A. utiliza los recursos
que tiene a su alcance y en ese sentido no me molesta que forme parte de la
lista de las nominadas a mejor dirección, pero de ahí a que sea candidata al mejor proyecto cinematográfico de manera general
en este año me parece que si hay un gran trecho.
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