El metro de Nueva York en 1980 se veía peor que el de la Ciudad de México en cualquier época (grafiteado, del piso al techo, sucio, con focos rotos, oscuro descuidado) en el que viajan dos niños de 6to de primaria uno blanco y uno afroamericano de la escuela para ricos del primero hacia su casa, y en la que uno de sus benefactores principales es el padre del expresidente Trump.
Ese es el contexto histórico social que nos plantea James Gray en su nueva película Armageddon Time, una película bastante sub valorada hasta el momento, por la temporada de premios, pero que sin duda tiene de las mejores pinceladas cinematográficas del año.
Pertenece al reiterado ya en los últimos años estilo de la auto ficción, bio ficción, biofict, de usar parte de tu biografía para construir una ficción un tanto histórica un tanto fantástica, con tus toques autorales y personales como lo han hecho varios directores galardonados como Cuarón, Tarantino, Spielberg, Iñárritu, etc.
La historia cuenta la vida de Paul Graff (Banks Repeta) un pre adolescente de 12 años de familia judia de segunda generación nacida en EU, su abuelo vivió los horrores de la Guerra y el Holocausto en Europa del Este y su madre ya nació en América, su padre un plomero común es discriminado por algunos miembros de la familia de su madre que pertenecen a la clase alta.
Paul acude a una escuela pública mientras que su hermano un poco mayor si asiste a una escuela privada patrocinada por sus abuelos, pero todo esto cambia cuando Paul conoce a Johny (Jaylin Webb) un niño afroamericano con el que comete algunas travesuras en la escuela imperdonables para sus conservadores padres, lo que provoca que lo cambien de escuela a la escuela a la que acude su hermano mayor.
Mi opinión general es que se trata de una película muy bien lograda tanto en lo referente a la escritura del guion, muy fluido y verosímil, una construcción de época muy bien alcanzada, tanto en el diseño de producción cono en el diseño de personajes y las formas sutiles con las que nos narra el contexto histórico, aquel momento en la víspera de la elección de Ronald Reagan que rima muy fuerte con las sensaciones que teníamos hace pocos años cuando estaba a punto de llegar Trump, esa sensación de incertidumbre y de cercanía con el apocalipsis nuclear y la idea de que uno de esos oscuros y ridículos personajes Ronald y Donald tuvieran acceso al botón rojo que lo podría convertir todo en fuego y por eso se sentía como si fuese el Tiempo del Armagedón.
La película toca temas universalmente entendidos como las clásicas críticas de la familia cuando anuncias que quieres dedicarte a una profesión del lado no muy bien remunerado del mapa, las críticas sobre las "malas amistades" que en algún momento de la vida todos tenemos, y las formas en las que reflexionamos desde adolescentes sobre lo que queremos hacer de adultos, la relevancia de las frases de seres queridos que se van pero que te dejan un impacto para siempre.
Las actuaciones de Banks Repeta, Jaylin Webb, son mucho más que satisfactorias y acompañadas del nivel que siempre representa la figura de Anthony Hopkins, las escenas en las que brilla Jeremy Strong y lo que Anne Hathaway le aporta dan una combinación orquestal en el cast que te dejan entrar muy bien en la trama.
Es una película con dos principales capas una que es capaz de conmoverte a través de la empatía con esos temas familiares y la relación de amistad en la adolescencia y en específico la relación que el personaje principal tiene con su abuelo, temas que son profundamente familiares y universalmente conocidos; Por otro lado el contexto histórico que conmueve a los fanáticos de la historia, la política y el juego de las interpretaciones que se tienen desde el presente al imaginar aquella sensación de incertidumbre que se tuvo en ciertas coyunturas del pasado y que es tan interesante fantasear con ellas.
Pero quizá algo que se debe destacar es que se trata de una propuesta muy interesante de la forma en la que se combinan los recuerdos con la fantasía para lograr una historia nueva e interesante y que consigue conectar verdaderamente con el espectador sin a pelar a la grandeza de su autor ni a a sentirse golpeado por su propio pasado sino que simplemente es una historia que consigue conmover y ser disfrutada.
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