La nueva película de Damien Chazel aborda el Hollywood de finales de los años 20´s , una época marcada por los excesos de una sociedad estadounidense que vivía en la opulencia provocada por su ascenso económico, producto de la gran Guerra europea que había dejado a este país por primera vez en la cima industrial del mundo y una de esas industrias era el cine.
En este contexto se desarrollan los años finales del cine mudo, las grandes estrellas silentes vivían esos excesos, muy bien representados por Chazel en una secuencia inicial alucinante que se desborda en lujos, lujuria, glamour, y técnica cinematográfica con grandes movimientos de cámara heredados de los maestros a los que admira este creativo director, que se ha ido ganando un respeto por su filmografía corta aún, pero poderosa.
La historia sigue a Manny un mexicano (Diego Calva) que se dedica a conseguir todo lo que le piden los millonarios y escandalosos miembros de la aristocracia del cine de Los Ángeles, servidumbre voluntaria que acepta con la ilusión de algún día trabajar en la fábrica de magia, el circo de múltiples pistas, de creación de realidades que es Hollywood.
Desde aquellos años existía esa figura-personaje de los actores novatos que buscaban colarse a las grandes fiestas de la farándula para poder conocer en ella a importantes productores que les dieran trabajo en sus millonarias producciones, tal es el papel de Nelly (Margot Robbie) una actriz que busca lo mismo que Manny, ser parte de la gran pantalla y toda su pirotecnia, ella de una forma mucho más vigorosa que la del personaje de Calva, apunta más alto, su meta es ser una estrella de un cine silente del que pocos imaginaban en 1926 que tendría pocos años de vida tras la llegada de sus dos crisis: la crisis económica del 29 (que afectó toda industria), y la tecnológica-comercial emanada de la llegada del “Talkie”, el cine sonoro en el 27.
Chazel nos lleva por ese camino, la decadencia moral, ética, creativa y económica del cine silente, frente al ascenso del cine sonoro y las pésimas decisiones cualitativas tomadas con base en lo estrictamente comercial, que dio paso a una mirada de Hollywood mucho más acartonada, que no terminó de involucionar hasta que los estragos de la siguiente Gran Guerra hicieron madurar a los temas y a los directores de una industria del cine que a colores, y con sombrero quería hacer escapar de la realidad a las audiencias, como único tema, para no ver ni pensar en los oscuros momentos que llevaron a la masacre bélica de esos años.
Las actuaciones de Diego Calva, debutante en el gran circo, de manera muy efectiva y con una perspectiva y un horizonte potencial muy prometedor después de semejante exposición al lado de Margot Robbie, y Brad Pitt, cuyas interpretaciones son realmente buenas con personajes muy interesantes, bien construídos y ejecutados, pero poco tomados en cuenta por la temporada de premios.
Injustamente tratada por la crítica estadounidense “Babylon” merece ser vista en cines analizada y pensada como una obra no del todo redonda, pero que se alimenta de una premisa muy interesante, un momento cumbre y mitológico de la historia del cine, que no termina de cerrar en su acto final, en el que parece que se le acabaron las ideas y el oficio al brillante Chazel que nos presenta dos tercios de película monumentales que más allá de las críticas negativas serán recordados como parte de las creaciones clave del 2022.
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