Los demonios de la vida cotidiana son a veces los más monstruosos y difíciles de entender pues con ellos tienes que vivir la vida diaria desde el desayuno, la ducha, el traslado al trabajo, la jornada laboral y de regreso hasta la hora de dormir.
Charlie Kaufman guionista y director es uno de los artesanos más lúcidos del pesimismo y los demonios cotidianos en la actualidad cinematográfica.
Su sello característico es colocar las reflexiones sobre lo que sucede en la cocina, la regadera o la alcoba, en el centro de las preocupaciones de sus personajes para contar mundos tan fantasiosos como su imaginación, sin despegarse del ancla amarga de la realidad.
Su último largometraje Anomalisa 2015, no es la excepción a la creatividad a la que nos tiene acostumbrados con guiones aparentemente simples pero profundos respecto del conflicto verdadero de sus personajes, y recurrre de nuevo a la metáfora de que todos los elementos que están en contra de la consecución de los objetivos de su protagonista están representados por él mismo, con su mismo rostro como en ¿Quieres ser John Malkovitch? sumando en esta ocasión que se trata de un largometraje desarrollado con la técnica del Stop motion.
Se nos presenta a Michael (David Thewlis) un hombre casado, de mediana edad con diversos problemas de aceptación del camino que ha recorrido en su vida.
Es un escritor “exitoso” de best sellers sobre servicio al cliente, profesión más aburrida no se le pudo ocurrir, por lo que tiene un cierto rencor contra su propio desarrollo personal y la vida que de ello ha resultado, de pronto tiene que hacer un viaje a Cincinnati para presentar una conferencia sobre su nuevo libro, pero da la casualidad de que en esa ciudad vive una antigua novia de su juventud de la que no sabe nada desde que la abandonó repentinamente por lo que al llegar al hotel donde realizará su presentación decide hablarle para saber si aún sigue viviendo ahí, en una especie de arrepentimiento no por lo que le hizo a ella, sino por lo que este hecho significó en el rumbo de su vida.
La reunión con su ex novia Bella en el restaurante del hotel lo hace darse cuenta de lo importante que él fue para ella y lo poco que él la valoró, a pesar de ello, Michael solo piensa en sí mismo y la invita a tener sexo lo cual por supuesto le parece indignante a ella.
Luego de este incidente que nos presenta a Michael como un ser despreciable de los que son socialmente aceptados y navegan con la bandera de la ingenuidad y el “bien” vivir, sucede que se encuentra por fortuna con un par de sus fans, que se hospedan en el mismo piso de su habitación, ahí conoce a Lisa (Jennifer Jason Leigth), una chica mucho menor que él que le fascina desde que la conoce, único personaje con un rostro diferente al de todos los demás, en una metáfora sobre el amor entendido como lo otro, lo que no se es, lo diferente, de lo único que no es parte de tus propios dilemas ni de tus propias bases, ni de tu propia estructura. Es decir, una anomalía.
Rápidamente se ejerce una química que los lleva al cuarto de Michael, a tener una noche pasional y explícita (nunca antes vista en un Stop Motion de Hollywood), pero como muchas aventuras, es algo tan intenso como pasajero de muy corta duración que tiene un cierre tan romántico como depresivo y con esos detalles que se construyen bajo la sombra de los entrampados amorosos, cursi y profundo.
Sin duda otra joya del guionismo en la carrera de Kaufman que será poco a poco más valorada con los años y que para el mundo del Stop Motion representa uno de sus guiones más opuestos a su propia tradición, la de poner al servicio de la historia una herramienta que nos permita realizar cosas fantásticas e imposibles de llevar a cabo en la acción real (live action), por el contrario aquí se trata de jalar al Stop motion a la representación de lo cotidiano y lo abrumadoramente normal, no en todo momento por supuesto, pues Kauffman le da un toque especial a su propuesta creativa en la que hace que un solo actor represente a casi todos los actores de reparto a excepción de Lisa.
Anomalisa es un ejercicio de guion fantástico y cotidiano a la vez, con toques de comedia y romance al estilo particular de Kaufman con un pesimismo claramente dentro de la escuela de Woody Allen pero con las virtudes de una narrativa onírica propia, cuyo eje es la reflexión sobre las decisiones que se toman en la vida y los caminos que de ellas resultan, que casi siempre contienen un grado de arrepentimiento y otro de satisfacción, que nos llevan a pensar sobre ¿cómo hubiese sido nuestra vida si en vez de tomar un camino hubiésemos tomado otro? y si ¿ese otro camino nos haría ser más felices o no?
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