Más allá de premios y reconocimientos internacionales el
cine cada año demuestra que existen verdaderos artistas que consiguen
emocionarnos y ponernos a reflexionar sobre diferentes aspectos de la condición
humana, sobre un contexto histórico, sobre una vida en particular y eso siempre
se agradece unas veces con premios y otras con conseguir formar parte de la
memoria de las personas que tuvimos la oportunidad de observar esas obras en su
momento.
Este es el caso de la más reciente película de Riuzuke Hamaguchi,
director japonés de Drive My Car basada en una obra del popular escritor Haruki
Murakami.
Aquí estamos sin duda ante uno de los mejores trabajos del
año que consigue un involucramiento entre la historia y sus personajes, con el
público de una forma potente y perdurable en el tiempo.
Se trata de una obra que apuesta por una combinación de
tradiciones culturales entre Occidente y Oriente como lo es la cultura
japonesa, en este caso la obra de Murakami en la que se basa este film “Men
Without Women” presenta la vida de un director de teatro que se dedica a poner
en escena “Uncle Vanya” parte de la obra teatral de Anton Chejov uno de los
pilares del teatro ruso y occidental, sus puestas en escena son además multilingües
usando actores japoneses y lenguaje coreano de señas.
Este director de teatro Yusuke Katufu (Hidetoshi Nishima) se
encuentra además en una situación personal aparentemente estable en su vida
pero durante el prólogo de esta historia su esposa fallece luego de haberlo
decepcionado de una forma que no fue tan fácil de asimilar para él.
Entonces dos años
después comienza la historia de este director golpeado por ese fuerte incidente
y la situación laboral que enfrenta al tener que participar en una gira
poniendo en escena su obra y recasteando a actores para ello.
En este tránsito los productores de la obra lo mandan a trabajar
a Hiroshima donde realizará el casting para su puesta en escena y conocerá a Misaki
Watari (Toko Miura) una joven conductora de automóviles que le servirá de
chofer en sus traslados, algo que incomoda de inicio a Yusuke el director, porque
está acostumbrado a ensayar a solas, escuchando grabaciones de los diálogos de
su obra mientras conduce.
Otro punto de inflexión se da cuando Yusuke acepta la
participación de un joven actor estrella de la TV, el que guarda una conexión
con su fallecida esposa, lo que lleva a crear una fuerte tensión a pocos días
del estreno de la obra en el Festival de Teatro de Hiroshima.
Yusuke se enfrenta a conflictos simultáneos que lo hacen
reflexionar sobre su pasado, sobre su relación con su esposa y un trauma
familiar muy fuerte que lo hace crear una relación de protección y de empatía
con su joven chofer y un enfrentamiento contenido con uno de sus principales
actores dirigidos, que lo llevan a cuestionarse su vida por completo y a
situarse en sintonía con otras tragedias de las que conoceremos en el
transcurso de la historia.
Dry My Car es sobre todo un film que nos lleva por
atmósferas sentimentales y conmovedoras que cuestionan el papel de la moral de
pareja y la moral familiar cuando nos enfrentamos a situaciones límite y cuando
nos preguntamos si este tipo de tragedias valen la pena ser perdonadas,
cuestionadas o simplemente asumidas como parte de un camino largo de la vida.
Tiene diversos momentos de tensión muy bien construidos a través
del manejo de los espacios llevando la dramaturgia compleja al asiento trasero
de un auto en carretera y juegos potentes con el sonido y los silencios que nos
sumergen profundamente dentro de la historia.
Las actuaciones son contenidas pero profundamente efectivas
y los personajes son construidos de manera magistral, con un ritmo muy fluido
de las casi tres horas del film que nunca se hacen cansadas.
Estamos probablemente en presencia de un nuevo gran director
japonés del que habrá que seguir sus pasos pues la elección de la historia y
sobre todo su ejecución darán de qué hablar mucho en su futuro cinematográfico
más allá de si gana o no el Oscar 2021.
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