El maestro Arturo Ripstein hace un decoroso regreso con el film El diablo entre las piernas, protagonizado por Sylvia Pasquel y Alejandro Suárez, escrita por Paz Alicia GarcíaDiego.
Beatriz y El viejo navegan en la tranquilidad que la fortuna de él proveniente del negocio de las farmacias les permite, sin ser una vida de demasiados lujos pero de manera muy cómoda en una casa bastante grande de la Ciudad de México.
El viejo (Alejandro Suárez) es un hombre aturdido por la edad, harto y cansado de sí mismo y de todos los demás que busca constantes pretextos para enturbiar la convivencia con su esposa y le genera escenitas de celos a la menor oportunidad. Beatriz (Pasquel) por su parte sobre lleva las innumerables incomodidades que le provoca la convivencia con su esposo e intenta distraerse de ello tomando clases de tango de salón, para salir y olvidar la amargura hogareña.
Dentro del desarrollo de esta normalidad El viejo, a pesar de sus constantes escenas de celos es quien verdaderamente es el infiel de la relación, tiene un affair con Isabel (Patricia Reyes Espíndola) su peluquera de cabecera, a la que visita frecuentemente y no solo para recortarse el cabello sino para según él, olvidar las infidelidades de su esposa.
Mientras tanto Beatriz parece circular por un lado menos amargo de la vida e intenta pasarla bien en sus clases de Tango para poder soportar al regresar cada tarde los constantes reclamos de su esposo, reclamos que son por lo que entendemos, reclamos hacia la historia pasada y las aventuras que Beatriz tuvo en su juventud cuando ya estaba casada con El viejo.
La historia parece atorada en un ida y vuelta de amarga normalidad que parece difícil de romper hasta que la intervención de Dinorah (Greta Cervantes) resulta desatar el nudo cuando le cuenta a Beatriz que El viejo la engaña con la peluquera, y esta intervención en la historia provoca que Beatriz tome un rumbo diferente dentro de esa aparente normalidad y esa decisión dará un giro que será pie del clímax de la historia y de las actuaciones de los protagonistas.
Es sin duda una de las grandes actuaciones de Sylvia Pasquel en el cine, en una carrera fundamentalmente televisiva y teatral y aunque habría que ser experto en el currículum de la hija de la Leyenda Pinal para poder hacer una verdadera comparativa que sea justa y medir en qué lugar de su propia biografía se encuentra este trabajo, pero el maestro Ripstein le sacó un gran jugo a sus aptitudes histriónicas lo que me deja como conclusión que nos perdimos en el cine a una gran actriz cuyo talento pudo ser aprovechado más frecuentemente por grandes directores incluso a nivel internacional.
La actuación de Alejandro Suárez es de excelente nivel en un papel ciertamente menos exigente pero igualmente satisfactorio y aunque la película no es una obra maestra en cuanto lenguaje cinematográfico se refiere, sus virtudes se encuentran en un guión satisfactorio pero con poco brillo cuando hablamos del arte de la imagen en movimiento , es más bien una obra de musculatura teatral por lo que el elogio debe ser dirigido también a la maestra Paz Alicia Garciadiego.
Es un gran regreso del maestro Ripstein y aunque el ojo no sea el sentido al que más se consiente esperamos poder ver alguna que otra obra de este gran director y pilar del cine mexicano de todos los tiempos.
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