Cuando eres niño la percepción de la realidad es una mezcla entre lo que dicen tus padres, lo que dicen tus maestros, lo que dicen tus compañeros de la escuela y lo que decides creer tú.
Eres una masa amorfa de percepciones distintas dentro de las que te mueves y eliges, por un lado decides en función de las cosas y los caminos que te hacen avanzar en términos de ese reto maratónico que es vivir, eso dentro de las circunstancias más generales y abstractas; ahora súmale a esto las dificultades como la muerte de uno de tus padres o las circunstancias económicas, el bullying de la escuela, o tener un carácter poco adaptable a la convivencia social.
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De esos múltiples caminos de inicio, Kore-eda se nutre para desarrollar una trama aparentemente sencilla pero que la cuenta desde tres diferentes puntos de vista al viejo estilo Rashomon, una historia muy cotidiana, muy común que desprende una serie de cuestionamientos profundos sobre la educación, la familia, la verdad y la niñez.
Kore-edad siempre juega en su filmografía con personajes que nunca son unidimensionales, pero esta vez le dio una dimensión temporal a la estructura de la historia, en la que la trama principal la de Minato un niño de primaria que vive con su madre únicamente, tiene diversos problemas en la escuela, con su maestro y con el bullying que le hacen sus compañeros por llevarse con Yori, otro niño que es el frágil e inadaptado de la escuela.
Ambos tienen en común el tener un núcleo familiar trunco y mucha imaginación, construyen una linda amistad pero en secreto, por miedo al bulling de los otros lo que los lleva a tomar distintas decisiones que Kore-eda nos cuenta con una estructura de efecto dominó desordenado, que se aclara conforme avanza la película en tres perspectivas de los mismos hechos, la de la madre, la del maestro y la tercera en una combinación entre las perspectivas de varios personajes involucrados, como la directora de la escuela, el propio niño,y una especie de mirada externa con la que todas las piezas terminan por encajar.
A muchos les podría parecer algo rebuscada la forma de contar la historia y quizá a otros les parezca fallida, a mi me parece que es muy ingeniosa, es un tanto matemática y muestra el oficio del director en la estructura narrativa, sin ser algo magistral consigue retar al espectador, a ponerse atento e hilar los trozos de una historia muy bella y profunda que tiene un final que deja al espectador una decisión importante, le ofrece esa opción.
En un año que no fue demasiado abundante en cuestión de brillo en los guiones, Kore-Eda y el guión de Yuji Sakamoto, están sin duda entre lo mejor de este apartado.
Nos ofrecen una bella historia sobre la niñez y la capacidad que tenemos cuando somos niños de sobreponer nuestras fantasías y juegos infantiles a la más amarga y gris realidad adulta.
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